De la construcción del gusto



"Hasta aquí he insistido mucho sobre la apatía de mi memoria, desde los años de mi
infancia. Pero hay que decir que un recuerdo repentino está cargado de un extraordinario poder de evocación. El pasado no se contenta con arrastrarnos hacia él. Entre todos nuestros recuerdos, hay algunos, desde luego pocos, que en cierto modo están dotados de poderosos resortes de acero, y cada vez que hoy los tocamos se sueltan inmediatamente y nos catapultan hacia el futuro."
                                                                                             Yukio Mishima




Signo de los tiempos
Charol sobre MDF
129 x 129
2011





7 formas de alquimia
Charol sobre libros originales, empapelado,
madera y poster
Medidas variables
2012





7 formas de alquimia
(detalle)





Nuestros ídolos y demonios nos perseguirán
Tinta sobre charol
200 x 113
2012



 


Glam Slam
Charol sobre MDF
84 x 84
2012





Glam Slam
(detalle)





Sin título
Tinta sobre charol
100 x 66
2012





De la construcción del gusto
Fotografías impresas bajo acrílico 
sobre mesa de madera retroiluminada
160 x 107 x 60
2012


Las fiestas de fin de año me llevaron a quedarme en la casa de mis padres por varios días, la casa de mi infancia, la casa en donde me reconozco y en donde todo (hasta el desorden) está en su lugar. El hogar.
Ubicada en el conurbano, ajena a el ritmo de la ciudad, con sus propios tiempos y sus orgánicos sonidos, el especial sopor que acompaña a las tardes de verano fue el marco perfecto para recorrerla mirándola con los ojos de siempre pero descubriéndola con una mirada nueva.
Lo que mis ojos ya no percibían por ser parte de la escenografía habitual de nuestra familia comenzó a entrar en foco, cobrando sentido, ayudándome a entender el porqué de muchas de mis elecciones.
Una casa repleta de objetos que tenían la nada trivial función de hacernos sentir en casa, esa casa imaginada y deseada por mi madre, el lugar donde nada malo podría pasarnos.
Objetos elegidos sin un criterio unificador, sin códigos estéticos ni pretensiones de formar alguna colección.
Conviviendo con naturalidad recuerdos de viajes, representaciones de animales, flores, artesanías folclóricas argentinas y ucranianas (origen de mi familia materna)…
Algunos de estos objetos fueron creados para cumplir alguna función, pero no lo hacen en esta casa, hasta ese momento nunca me había parecido extraño ver  mates adornando un bar, jaulas que no tienen pájaros, o tazas que no se suelen usar pero que están simplemente porque “combinan” con un mueble.

Después de años de tener al fetichismo y la catalogación como ejes de mis obras fue inquietante tomar consciencia del origen de este interés.

La obra consiste en la representación de esos objetos dentro de un marco museístico. Cada objeto fue fotografiado en todos sus lados y luego impresos (respetando su escala natural) en acrílico transparente, haciendo que se fusionen visualmente y formando entre todos una unidad orgánica, un soplo fantasmal que nos recuerda la esencia de su origen.  

Haber pasado el umbral de los 40 años hace que uno mire las cosas con otra disposición, lo que en la infancia nos podía abrumar, lo que en la adolescencia pudo ser objeto de broma, hoy forma parte del entrañable universo que nos hace entender el porqué de nuestras elecciones, de nuestros gustos y deseos; y, lo que es aún mejor, nos ayuda a entender hacia donde vamos.




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